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martes, 28 de mayo de 2019

Crónicas Galácticas: La Fantaciencia y yo

Crónicas Superheroicas (Anécdotas Galácticas): La Fantaciencia y yo, por Patricio López Tobares. Cuando todavía no sabía leer, los autitos no me llamaban la atención, me fascinaban las naves espaciales. A los soldaditos los transformaba en astronautas. Dicen en mi familia que mi amor por la ciencia ficción (y por los musicales) es debido a que mi madre que tuvo que hacer reposo los últimos meses de embarazo, entrenía esos días leyendo Ray Bradbury, Isaac Asimov, palpitaba la llegada del hombre a la luna (un mes antes de mi nacimiento) y veía películas de Fred Astaire. Mi héroe infantil era Hijitus, y más me atraía cuando aparecían naves y extraterrestres. Me fascinaban las aventuras del Capitán Escarlata, serie mítica realizada con marionetas. Pero todo se intensificó y potenció cuando aquel verano del 78, en el autocine, descubrí que hacía mucho, mucho tiempo en una galaxia muy lejana, un joven campesino comenzaba un viaje heroico para enfrentarse a uno de los villanos más importantes de la historia. Mi niño de 7 años estalló sus sentidos ante Luke Skywalker y Darth Vader.
Y ese estallido que estaba multiplicado por millones se potenció ante la llegada de Superman the movie (la secuencia de Krypton era -y es- mi preferida), Star Trek the movie, Battlestar Galactica (en cine y tv), Fuga en el Siglo XXIII -la pelicula y serie- (Logan's Run), Buck Rogers (en tv), El Abismo Negro (que tuvo su comic dibujado por Jack Kirby) y muchas otras. La revista Anteojito que todavía seguía comprando, lanza un mini comic con sus muñequitos: Ekatón (aunque con esos muñequitos y la nave jugaba a Flash Gordon).
En 1980, El Mundo de Krypton (primer miniserie en el comic, que prontito tendrá su crónica) capturó mis sentidos y hasta hoy es de mis favoritas.
Ese año llegó Flash Gordon y también caló profundo en mí, hasta el día de hoy (se combinaba allí lo espacial y mi locura por las historias de caballeros medievales -inspiradas por Príncipe Valiente y la película Excalibur-). La locura de la película de Sam Jones, la exquisitez del trazo de Alex Raymond y la finura de Al Williamson llegó todo a la vez. En esos años lo especial de lo espacial estaba en mis héroes: Batman hacía equipo con Adán Luna (¿recuerdan quien era?), Diana Prince era astronauta en la Nasa (y hasta las amazonas tenían naves espaciales). Superman expandía el universo kryptoniano. Y aunque algunos las consideran sacrilegio, disfrutaba demasiado las aventuras galácticas de Batman de la silver age. A mis lecturas superheroicas se sumaron las revistas de Flash Gordon, las revistas españolas Zona 84 y Nueva Dimensión.
Esas abrieron en mi adolescencia el camino hacia la lectura de las grandes novelas de Ciencia Ficción -Asimov, Bradbury (al cuál tuve el privilegio de conocer en 1998), Phillip Dick, Clarke, H.G.Wells- (en mi infancia la lectura de libros había estado signada por toda la obra de Julio Verne, Emilio Salgari y Mark Twain). Y asi llegamos hasta el día de hoy, con el amor y la pasión intactos. Amando Star Wars a pesar de Disney, celebrando lo kryptoniano que nos trajo Bendis a Superman, releyendo todo lo clásico, coleccionando las naves de Star Trek. Sólo me queda una deuda profesional artística de poder plasmarlo en una obra teatral. (con viajes en el tiempo uno de los tópicos que más me atraen). Amigos, ¿y ustedes? los invito a contar sus experiencias con la ciencia ficción y la fantaciencia, animense! los leemos!

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